Me habría gustado no tener que
escribir esta entrada, al igual que la anterior. Este blog lo empecé a escribir
pensando en que mis hijos lo leyeran algún día, Alex ya lo lee, Álvaro estoy
segura que lo leerá. Me habría gustado que cada vivencia que aquí cuento
mostrara sólo esa parte positiva que tiene el autismo, nuestro día a día como
familia superando dificultades propias del diagnóstico, pero la realidad es
otra, las verdaderas dificultades nos las pone, se las pone a Álvaro, la
sociedad.
Con estas entradas menos
agradables quiero que mis dos hijos saquen una clara conclusión:
“NADA, NI MUCHO MENOS NADIE, ESTÁ
POR ENCIMA DE VUESTRA DIGNIDAD”.
Mamá ha decidido ponerse el
incómodo y ajustado traje de guerrera aunque me haga rozaduras. El holgado y
cómodo traje de la resignación se lo dejo a otros/as.
Quizá soy demasiado ingenua,
quizá confío demasiado en la bondad del ser humano, incluso en la de los
humanos que me demuestran su deshumanización, y por eso esperaba que las
personas que hace unos días se permitieron el lujo de discriminar a mi hijo por
su diversidad funcional tuvieran la suficiente decencia para rectificar,
reconocer su error y sobre todo, lo que más me importa, aprender de él y no
volver a cometerlo.
Lejos de esto, como debe ser que
no les parece suficiente el daño que ya nos han hecho, especialmente a mi hijo,
han continuado mintiendo, desmintiendo y
han querido tacharme de algo que cualquiera que me conozca sabe que no va
conmigo: perder los papeles, insultar y descalificar. En la vida he tenido
razones de peso para llegar a ese extremo y nunca lo he hecho, tengo la
suficiente educación y los suficientes recursos para no faltarme al respeto
comportándome así. Eso sí, reconozco que muy happy flower no estaba, más bien
estaba tremendamente enfadada, es lo que nos suele pasar a las madres cuando
discriminan a nuestros hijos. Felicito a
quien no lo entienda porque eso significa que no ha pasado por ello.
Como ya dije, está claro quien
tiene razones para mentir y quien tiene la razón más grande que se pueda tener
para defender la verdad, y eso voy a hacer. No me han dejado otra opción.
Hace unos días me reuní con
Confederación Autismo España y me explicaron las medidas, tanto técnicas como
legales, que podía tomar.
En esta entrada adjunto el INFORME
TÉCNICO que ha elaborado Confederación Autismo España, donde se recogen
claramente los derechos de las personas con diversidad funcional y las buenas
prácticas que hay que llevar a cabo para no faltar a ellos.
Espero que estas tres personas lo
lean con interés y, mejor antes que después, reconozcan que no han actuado ni
moral ni legalmente bien y que han aprendido de su error. Vuelvo a darles mi
voto de confianza.
También quiero pedir a todos/as
los padres y madres de personas con diversidad funcional que lean detenidamente
este informe, para lo que les pueda ayudar, incluidos los que han apoyado a
esta escuela deportiva en lugar de ponerse al lado de un niño de nueve años al
que estaban discriminando. Yo siembro y otros recogen…
Nuestros/as hijos/as no tienen
que ser aceptados, NADIE tiene derecho a plantearse si les acepta o no,
nuestros/as hijos/as nacieron ciudadanos/as de pleno derecho y nosotros/as
los/as padres/madres tenemos la
obligación de hacerlos respetar, porque un diagnóstico no se lleva nada más que
lo que nosotros le dejamos que se lleve.
Esto no es fácil, me gustaría
estar dedicando el tiempo a mi hijo, a ayudarle con sus tareas escolares, jugar
a perseguirle como si fuera un león, a hacer un rico bizcocho, a hacernos
cosquillas… pero tengo que estar defendiendo sus derechos universales, esos que
nadie te tiene que quitar porque nunca los deberías de pedir.
Quiero terminar aportando la
parte positiva de esta situación, siempre la hay aunque parezca mentira.
Álvaro empezó una nueva actividad
deportiva en una escuela de Pinto, con apoyo de la integradora. Está en un
grupo ordinario y disfruta como el que más de la actividad. Esto demuestra que
éstas cosas si se hacen y aquí mismo, Sr. Presidente de la asociación, y que mi
hijo no tiene ninguna limitación que se lo impida, las limitaciones están en el
pensamiento de los que se creen ilimitados.
Mi hijo está feliz y eso es lo
que más me importa. Quizá si no hubiera pasado esto habría continuado perdiendo
el tiempo en el lugar equivocado.
Deseo con todas mis fuerzas que
esta situación tan desagradable que hemos vivido sirva para dejar claro que una
persona con diversidad funcional no pide favores, exige derechos, no pide solidaridad,
exige respeto, no pide aceptación, exige estar. Y quien tenga la poca moral de
no entenderlo tendrá que saber que no le va a salir “GRATIS”.
Cuando tienes un hijo con
diversidad funcional tienes la gran suerte de encontrar a personas
maravillosas, que comparten tu idea de que todos enriquecemos esta sociedad en
la que vivimos, que nadie es menos que nadie y que por lo tanto NADIE tiene
menos derechos.
También te encuentras con la mala
suerte de toparte con personas que dejan en evidencia su falta de empatía, su
egocentrismo y su idea, casi Nazi, de que hay personas de primer grado,
personas de segundo grado y después hay personas con diversidad, sea cual sea.
Pero lo realmente horrible es que
también te encuentras con un tercer tipo de personas, las realmente peligrosas,
las que te dejan una sensación de impotencia, incredulidad, decepción, además
de una cara de “soylamástonta” que hace que quieras salir de esta lamentable
sociedad que estamos construyendo.
El cavernícola y alguno más de esa misma cueva pertenecen a éste
último tipo de personas.
Álvaro lleva dos años haciendo
una actividad a la que va contento, le encanta y le beneficia como a cualquiera.
En este tiempo no ha habido ningún problema, es más en todo momento me han
hecho ver, especialmente el cavernícola,
lo orgullosos que se sentían de los
grandes avances que estaba teniendo, de lo que aportaba, de los esfuerzos que
estaba haciendo… mostrando una supuesta comprensión e implicación que ha
terminado siendo un espejismo…
Este año todo son dificultades
para que Álvaro continúe haciendo la actividad, a la que está apuntado y por la
que pago una cuota como todos, en un grupo de edad semejante a la suya. La
única opción que me dan es que esté en un grupo con niños de cuatro años a los
que dobla el tamaño y haciendo una actividad de preescolar. Álvaro tiene TEA
pero no deja de ser un niño de 9 años.
El otro grupo es de niños de 10 a
16 años al que no le permiten acceder aún teniendo una integradora social de
apoyo porque retrasaría al grupo y, palabras texturales, “No van a retrasar a todos por un niño”. Vamos
que seguro que esos dos niños de 10 años van a ser capaces de seguir el entrenamiento
de los de 16. Además insisto que Álvaro lleva una integradora de apoyo.
No puedo describir el malestar
que estaba sintiendo escuchando a los entrenadores hablándome del gran esfuerzo
que han hecho estos dos años “GRATIS” por tener a Álvaro, que ya digo que paga
la cuota como todos. No sé a qué esfuerzo se refieren porque no han
adaptado absolutamente nada, ni el entorno, ni los entrenamientos que han
seguido siendo improvisados, sin ninguna estructura ni anticipación. Supongo
que con esfuerzo se refieren a haber repetido las instrucciones a
Álvaro más de una vez, modelarle en algún momento o acompañarle en algún
ejercicio. Y esto pasaba ÚNICAMENTE cuando no estaba la persona de apoyo o yo
misma que he colaborado con ellos en todo lo que me han pedido. Supongo que con
esfuerzo
se refieren a esas llamadas que han hecho para ver si alguien les daba una
razón a la que agarrarse para no tener la OBLIGACIÓN de admitir a Álvaro,
creyendo haberla encontrado.
Como éste malestar no estaba
siendo suficiente tuvo que venir el cavernícola
a soltar por su boca llena de dientes todos los improperios y mentiras que
creyó pertinentes.
Las mentiras tienen las patitas
muy cortas y como decía Abraham Lincoln “puedes engañar a algunos todo el
tiempo pero no puedes engañar a todos todo el tiempo”
No tuvo reparos en dejar claro
que es un ser muy poco humano y no es una simple apreciación es una afirmación
en toda regla porque de otra manera no habría sido capaz de tener la poca
vergüenza de decir a una madre barbaridades tipo: “En el equipo de los mayores
no va a entrar de ninguna manera porque nos va a pasar como con el grupo del
año pasado que se han quitado todos los niños” “Le podemos dejar un huequito
para que esté ahí con la integradora” “Estás intentando imponer algo que no lo
hace nadie”, y que su cara en lugar de estar en el suelo siguiera bien alta en
el mismo sitio.
Señor cavernícola, mi hijo no ha echado a ningún niño de su equipo, si
realmente para usted, señor cavernícola,
esa es una razón como asegura nombrando a X que iba totalmente motivado pero
que por tener que hacer los juegos con Álvaro (en el entrenamiento no en
ninguna competición) perdían y eso le ha hecho no querer ir más, le digo algo: El problema lo tiene X porque en la vida no
siempre se gana, porque X no siempre será el mejor en todo y en su, espero
larga vida, habrá momentos en los que será él quien haga que otros pierdan y
normalizará el rechazo que reciba. Hasta donde yo sé uno de los principios del deporte es el
compañerismo y otro la deportividad. Y si, aunque lo dudo, la razón que ha
llevado a los padres a no apuntar a sus hijos a su actividad era que estaba en
ella Álvaro y les retrasaba (hablamos de un deporte individual y de niños de 7
a 9 años), como mandamás de la cueva
debería haber explicado a esos padres los principios del deporte que antes le
detallaba. Aunque claro eso es mucho pedir,” si en casa del herrero cuchara de
palo” como para predicar a los demás.
Mi hijo quizá haga perder juegos
pero hace ganar valores que usted, señor
cavernícola, no sabe ni que existen.
Mi hijo no necesita un huequito,
no necesita su compasión, ni su misericordia. Mi hijo tiene su lugar en el
mundo y tiene que estar dónde él quiera no donde le dejen. Nadie, ni siquiera
usted señor cavernícola, va a decidir
dejarle fuera y creerse en el derecho.
Y sí, lo confieso, intento que las cosas cambien,
que esta sociedad, que personas como usted señor cavernícola convierten en un lugar hostil para las personas que no
les hacen ganar, algún día comprenda que no hay categorías, que nadie tiene
derecho a discriminar, a infravalorar, ni mucho menos a sentir que está
haciendo un esfuerzo cuando lo que hace es respetar los derechos humanos
que otro tiene. Que todos tenemos la obligación de hacer lo imposible para
convivir, para enriquecernos de la diversidad. Es una pena que esto para usted, señor cavernícola, sea una imposición, para mí
es mi filosofía de vida. Esa es nuestra GRAN DIFERENCIA, eso es lo que
diferencia a las personas de los
sucedáneos.
Señor cavernícola, le deseo que ahora que hemos
dejado su cueva vuelvan todos aquellos que se fueron y que ninguno se convierta
en futuro cavernícola.