"Quiero invitar a Álvaro a mi cumple", eso le dijo hace más de un mes a su madre el pequeño Fabio, un compañero de clase que desde el principio a mostrado su profundo cariño hacia Álvaro. Ayer 8 de Noviembre llego la fiesta...
El parque de bolas al que íbamos no lo conocíamos y Álvaro entro un poco extrañado, pero cuando subimos la escalera, abrimos la puerta y empezó a ver a sus amigos extraordinarios, su cara cambió radicalmente. Empezaron los besos y las caricias de bienvenida y no hizo falta nada más para que se sintiera como pez en el agua.
Creo que va a ser difícil que alguien supere el record de besos en una tarde que encabeza Fabio, y yo con cada beso sentía mariposas en el estómago, que doy fe de que no sólo se sienten cuando te enamoras, o bueno quizá a mí me estaba enamorando el momento...
Llego el momento de la merienda y Álvaro se sentó junto a su hermano y el resto de los amigos tan contento, pendiente de todo lo que pasaba, riéndose por los gestos, por el "jolgorio", DISFRUTANDO.
Después tocaba jugar otro rato en el parque de bolas y aunque le costó un poco entrar al final se decidió, sin necesidad de que estuviera con él. Con lo grande que era pensé que se sentiría angustiado por no saber bien para donde ir, pero de nuevo me sorprendió, le perdí de vista un par de veces y cuando le encontraba venia tan campante .
Cuando llegó la hora de irnos dejaba claro que no estaba de acuerdo "quiero parque de bolas" decía claramente, con tono quejicoso, que mejor muestra de que se lo estaba pasando en grande.
Ha sido toda una experiencia para él pero creo que sobre todo para mí ha sido inolvidable. Estas vivencias son de las que abren ojos y tapan bocas, de las que desmienten mitos, de las que te dejan claro que el mundo puede ser mejor, que estas pequeñas personitas se están educando en igualdad, sin que las dificultades del otro sea algo de lo que mofarse, de lo que aprovecharse, están aprendiendo que la igualdad está en la aceptación de la diferencia.
Se que por desgracia he de sentirme afortunada porque mi hijo ha tenido suerte y está rodeado de amigos extraordinarios que saben, siendo tan chiquititos, mirar más allá, pero he de decir que los niños son el reflejo de sus padres, ayer pude comprobarlo, sentí que ellos también se sienten afortunados de que el destino y mi cabezoneria, pusieran a Álvaro en la vida de sus hijos.