El autismo es el culpable de
todo. De nuestras vidas complicadas, de nuestros momentos de tensión, de
nuestro enfado, de nuestra ira, de nuestra pena, de nuestra rabia…. MENTIRA!!!!
Eso es lo que intentan hacernos
ver, eso es lo que quieren que pensamos los que generan realmente todos esos
sentimientos en nuestra vida para que no prestemos atención a la realidad.
Nuestra vida se complica desde el
momento en el que pretenden que un diagnóstico sea el eje sobre el que gire,
como si fuera lo determinante, lo que te permite tener derecho a vivir
dignamente o no.
Nuestra tensión comienza en el
momento en el que para que te den un diagnóstico tienes que esperar a la vez
que te dejan claro la importancia de no perder el tiempo.
Nuestro enfado comienza cuando
después de ese diagnóstico y su espera, tienes que esperar aún más porque no
hay hueco para tu hijo en esa maravillosa terapia temprana que será de vital
importancia para potenciar todas sus capacidades y trabajar sus dificultades.
Nuestra ira viene cuando tienes
que pelear para que tu hijo acceda a una educación llamada falsamente
inclusiva, no sin que antes comprueben que cumple unos requisitos, que por
desgracia no son tan exigibles para las personas que deben procurarle ese
derecho universal, para el cual el único requisito es ser un ser humano.
Nuestra pena viene cuando miras a
tu hijo y ves toda su capacidad y comprendes que está siendo un verdadero
superviviente, demostrando a diario a mucho incompetente que él tiene dificultades
pero ellos limitaciones.
La rabia te emana cual agua en
Fontana de Trevi, cuando tienes que aguantar la prepotencia de los limitados,
cuando tienes que gastar tu tiempo de madre en buscar normativas y leyes que
ponerles sobre la mesa para respaldar tus quejas ante el zapateado que están
haciendo sobre los derechos de tu hijo.
El autismo tiene la culpa de todo,
también es verdad, tiene la culpa de hacerme más fuerte, de enseñarme cuales
son las cosas verdaderamente importantes de la vida, de no darme por vencida
porque mi hijo con autismo no lo hace nunca, de ponerme una armadura
infranqueable para afrontar cada batalla con los que nunca debían ser el
enemigo.
El autismo tiene la culpa de todo
lo que he crecido como persona y como madre en este tiempo, tiene la culpa de
cambiarnos la vida, de enseñarnos a vivir de otra manera, afrontando
dificultades y sabiendo valorar cada logro.
No es el autismo el culpable de
que nuestro hijo tenga una vida más difícil, que hasta lo más sencillo se
vuelva complicado, la culpa la tienen esas tres D, DESINFORMACIÓN,
DESCONOCIMIENTO Y DISCRIMINACIÓN, los responsables, los que a pesar de cobrar
por ello, no hacen nada por cambiarlo.
Por suerte no tengo nada mejor
que hacer en mi vida que ser madre, una orgullosa madre de un niño con autismo….