Mi hijo es un "privilegiado, y por consiguiente yo soy la madre de un "privilegiado", a los ojos de ciertas personas de miras cortas o que más bien tienen la mirada tan centrada en el ombligo que no son capaces de ver más allá de sus narices.
Mi hijo para estas personas empezó a ser un "privilegiado" al recibir su diagnóstico de autismo, porque, fíjate, gracias a eso recibió un dictamen de discapacidad y un grado de dependencia por el que recibe una ayuda social, lo que no saben es que ese importe no cubre ni la mitad de sus terapias.
Siguió siendo un privilegiado cuando le dieron la tarjeta de movilidad reducida, porque con lo mal que se aparca en Madrid es una verdadera suerte tenerla, lo que no saben es que la mayoría de las veces las plazas están ocupadas por personas similares o iguales a ellas, que se adjudican a golpe de warning el derecho a ocuparlas.
Otro "privilegio" es que tiene precios reducidos en diferentes actividades de ocio, como los parques temáticos, donde además pueden pasar sin hacer cola, aunque no lleven la pulserita del color que esperan ver cuando miran con descaro. Lo que no saben es que las actividades de ocio son una forma de fomentar la inclusión social que tan difícil le ponen a mi hijo "privilegiado" personas como ellas.
Con esto del coronavirus y la cuarentena hemos sumado un "privilegio" más. Puede salir a la calle siguiendo las medidas necesarias para evitar el contagio. Que no lo digo yo, lo dice el Real Decreto 463/2020 en el apartado 7.1.g :
Esto esas personas de las que hablo no lo saben tampoco y, ¿qué están haciendo?. Pues insultar, increpar y hasta desear la muerte de los/las padres y madres que salen con su hijo o hija con autismo. Lo hacen desde varios metros de distancia a la vuelta de comprar su barrita de pan diaria, desde sus terrazas, desde sus ventanas, las mismas desde las que cada tarde hacen un alarde de empatía y humanidad en forma de aplauso, ese es el único momento del día en el que deben tener ambas cosas.
Decirles a esas personas que no saben nada aunque creen saberlo todo, que les cedo uno a uno todos los "privilegios" de mi hijo, y todos los que pueda tener en un futuro. Pero que también les doy su discapacidad, su gran dependencia, sus necesidades educativas especiales, su epilepsia nocturna. Todo para esas personas que no tienen ni la más mínima educación, que no saben y no quieren aprender. Y se lo doy para ellas no para sus hijos aunque les dolería más y quizá les ayudaría a aprender antes . Les doy todo mi miedo a que mi hijo se contagie y no sepa como explicarle lo que le está pasando para que lo entienda. Les doy mi angustia al pensar en el retroceso en su desarrollo que le puede ocasionar pasar por algo así aunque no se contagie. El pánico por pensar que lo coja y la fiebre le pueda desencadenar crisis epilépticas. Les doy el terror con el que voy a hacer uso de ese "privilegio" de salir a la calle que mi hijo tiene, porque a pesar de todo lo anterior su necesidad por salir de casa y calmar su angustia, ansiedad, o su sobrecarga sensorial, pesa más. ¿Pueden ser capaces de imaginar tomar la decisión de salir con tu hijo a pesar de estar aterrada? No salimos de paseo alegremente, salimos con el corazón en un puño, con mil ojos para que no toquen nada, para que no se vayan corriendo a saludar al vecino si se lo encuentra de vuelta de la compra.
¿De verdad tenemos que añadir a esto la angustia y el temor porque nuestros propios vecinos nos insulten o increpen? Claramente NO.
Basta con preguntar con educación, porque seguro que encuentran una respuesta lógica, pero parece que la gente quiere su minuto de humano superhéroe y terminan siendo el peor de los villanos.
Como muestra os pongo un video de una familia amiga, con un precioso hijo con autismo que ha vivido esto que os digo en el Barrio de San Nicasio de Leganés. Ánimo María, me pongo en tu lugar y se me parte el corazón.
Mi hijo, personas que os miráis el ombligo y eso os impide ver más allá de vuestras narices, no tiene privilegios tiene DERECHOS, que no siempre le dejan ejercer.
Por favor, compartir y ayudarnos a acabar con estas situaciones. Gracias de corazón.
Menchu... mamá privilegiada por tener un hijo lleno de bondad